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Falo y CivilizaciónNúmero 5

Consentimiento malentendido

Por 04/05/2021 mayo 10th, 2021 No Comments

Abstract

Paula Husni parte de un ejemplo paradigmático de la época para elucidar cómo las palabras toman los cuerpos hoy. En la medida en que se acentúa el afán de tratar de solucionar a través del significante el malentendido entre los sexos, las palabras no dejan de escapar. Mostrando que en el parlêtre el malentendido es estructural. Pero a pesar de que este impasse no se resuelve a nivel significante, existen lazos posibles.

El interrogante que nos presenta el título de este número, encierra en sí mismo una afirmación: ¿Cómo las palabras toman los cuerpos hoy? Es decir, que las palabras toman los cuerpos -afirmación- y la pregunta se desliza entonces hacia el cómo.

Recorta también un significante que localiza un tiempo: hoy; orientador que nos sitúa en la época contemporánea. Donde efectivamente las palabras no dejan de emerger en el afán de nombrar aquello que al mismo tiempo y con el mismo ritmo vertiginoso, no deja de escapar. Esto atañe a los cuerpos -que sabemos son cuerpos de goce-, sus transformaciones y modalidades identificatorias, y al encuentro entre los cuerpos. Dos dimensiones donde lo imposible de nombrar irrumpe, a veces, de un modo perturbador y se escabulle entre las sábanas…

Una app a la altura del malentendido de la época

Hace pocos meses, se desarrolló en Dinamarca una nueva aplicación para celulares denominada iConsent. Se trata de una app que, según lo expresa la compañía: ¨ofrece la oportunidad de documentar el consentimiento para tener relaciones sexuales¨. Abarca una sola relación sexual y dura un lapso de 24 horas. Sólo se trata de apretar un botón que confirme tal consentimiento, es decir que diga ¨sí¨.

La iniciativa surge luego de la modificación del Código Penal vigente en Dinamarca desde el 1º de Enero de 2021, que tipifica el sexo sin consentimiento explícito como una violación. Esta app permitiría entonces ser utilizada como prueba de que no hubo forzamiento alguno al momento de mantener relaciones sexuales y podría utilizarse como documento válido en caso de denuncia judicial.

Lo que podía parecer una tecnología certera y precisa al servicio de la seguridad y el bienestar de las personas, muestra sin embargo sus fisuras al momento de tipificar la relación entre los sexos. Efectivamente, las controversias no se hicieron esperar: Parecería que protege, pero ¿qué pasa si se consiente y después hay un arrepentimiento? ¿O si el encuentro evoluciona hacia una dirección no deseada? Lo que fue consentido, puede dejar de serlo. O bien aparece la duda: ¿Cómo se comprueba que una persona ha consentido sin forzamientos? 1Ibidem

La certeza se agujerea, constatando que el intento de saldar con la palabra el malentendido entre los sexos, se topa con lo mismo una y otra vez; soluciones fallidas que no dejan de evidenciar su errancia. Cuando parecía que el muro entre significante y significado podía cruzarse, que el significante podría nombrar el goce, o que el sentido podría dejar de hacer chicana, este no deja de escaparse. Aquiles y la tortuga una vez más…

Hacerse una conducta

El hombre nace malentendido, afirma Lacan en su última enseñanza. Dando cuenta de que la inmersión del sujeto en el lenguaje resulta traumático “porque comporta en su centro una no-relación.”2Lacan, J., “El malentendido” Inédito 10/06/80 Y agrega: “El cuerpo no hace aparición en lo real sino como malentendido.”3Lacan, J., Ibidem

Orientadores precisos que impregnan al parlêtre de un malentendido estructural. Su preludio, el axioma que se desprende del Seminario Aun: “no hay relación sexual”, sanciona la imposibilidad de relación entre los goces -goce del Uno y goce del Otro- como así también la imposibilidad de relación del sujeto con su cuerpo dado que hay un goce que permanece siempre en exceso. Así, en tanto el goce del idiota se presenta como antinómico respecto al Otro, la relación sexual se vuelve siempre problemática. Efectivamente, el impasse que impregna lo imposible, no se resuelve a nivel significante. Hay un muro. Pero hay también lazos posibles: “El no hay relación sexual no implica que no haya relación con el sexo”.4Lacan, J., ¨El Atolondradicho¨, en Otros Escritos. Editorial Paidós, p 488

En El Atolondradicho Lacan se refiere a las tres dichomansiones de lo imposible: la relación sexual -dado el entredicho del diálogo entre los sexos-, el sentido -en tanto no deja de hacer serie- y la significación, tomada por el fantasma.5Ibidem, p 511, 512

Ahora bien, inmediatamente agrega: “Con todo esto sabrá hacerse una conducta. Más de una, las hay a montones (…)”6Ibidem, p 512

Es decir, que en lo que respecta al encuentro con el partenaire sexual se tratará de arreglárselas vez por vez, con una conducta que será una por una, por donde se podrá pensar en todo caso el empalme con el síntoma, en el encuentro entre los cuerpos. Entre el hombre y la mujer, efectivamente, encontramos el síntoma como respuesta posible al malentendido estructural.

“Es lo que se hace con el partenaire sexual –precisa Eric Laurent-: se llega un poco a arreglárselas con éste en el encuentro de los cuerpos. Es así que Lacan incluye a la vez las prácticas eróticas del manejo de los cuerpos, la manera en la cual la marca y el ingenio -otro nombre del embrollo- por el cual se extrae los objetos a sobre el cuerpo del Otro.”

La época propone soluciones al imposible que dirime el no hay relación sexual, que atañe tanto a la relación del sujeto con su propio cuerpo, en tanto Otro, como a la relación entre los sexos. En este caso, con una palabra que podría saldar el malentendido irreductible.

Este invento moderno, que no podía dejar de incluir el gadget y la pantalla, resulta un ejemplo paradigmático para dar cuenta del interrogante propuesto, sitúa bien el cómo. La tecnología inserta en la voracidad del discurso capitalista pretende hacer de la seducción de lo incierto, una garantía y del síntoma articulado al partenaire, una app que lo aplasta hasta el espesor de una pantalla. En un intento de reducir el erotismo de los cuerpos, los juegos del semblante y la mascarada, a un signo inequívoco.

  • 1
    Ibidem
  • 2
    Lacan, J., “El malentendido” Inédito 10/06/80
  • 3
    Lacan, J., Ibidem
  • 4
    Lacan, J., ¨El Atolondradicho¨, en Otros Escritos. Editorial Paidós, p 488
  • 5
    Ibidem, p 511, 512
  • 6
    Ibidem, p 512