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CIEC investigaNúmero 5

¿Cómo se inscribe la diferencia hoy?

Por 06/05/2021 mayo 10th, 2021 No Comments

Selección de Ensayos

El comité editorial de La lúnula, invitó a los adherentes que están participando de espacios de investigación del Instituto, tanto dentro de grupos de investigación de los Departamentos, como de los grupos de lectura de los Programas, a escribir para  una Selección de ensayos. Dos trabajos fueron seleccionados por una Comisión Ad-hoc formada para tal fin: “El Uno y lo múltiple” Por María Paula Guzmán y “¿Cómo se inscribe la diferencia hoy?” por María Luz Quenardelle.

Abstract

La autora ubica de Freud a Lacan las respuestas que el psicoanálisis fue dando a cómo se inscribe la diferencia sexual, desde la amenaza de castración, el enigma por el deseo de la madre, al momento en que Lacan da un salto señalando que no hay relación sexual y que la diferencia es de puro semblante. Esta última lectura le permite interrogar las consecuencias en el modo en que se inscribe la diferencia en los niños, en un régimen en el que lo binario pierde lugar y reina la lógica del no todo.

A pesar que el mismo Sigmund Freud planteó como punto de partida, para ambos sexos, una disposición bisexual, al psicoanálisis se le ha criticado la idea de falocentrismo.

Freud ubica la inscripción de la castración a partir de tener o no tener el falo. Esta querella no se refería al órgano en sí mismo sino a aquello que el niño o la niña pueden perder, entonces con la amenaza de castración se inscribía la falta, para ambos sexos.

En 1956 Lacan da un salto más allá de Freud. Suelta la ideal de tener o perder el falo a partir de la amenaza de la castración, para ubicarlo en torno al enigma del deseo de la madre. Ya no se trata de tenerlo o no, de serlo o no, sino de que es la madre quien no lo tiene: “…se trata del último ser en el mundo a quien podría suponerse castrado en el plano real, a saber, la madre. En el lugar donde se manifiesta la castración del Otro, donde el deseo del Otro es lo que está marcado por la barra significante, aquí, por esta vía esencialmiente, es como tanto en el caso del hombre como en el de la mujer se introduce eso específico que funciona como complejo de castración.”1LACAN, Jacques. Seminario Libro 5. Las formaciones del inconsciente. Ed. Paidós. Buenos Aires, Argentina. 2005. Pág 357

En 1970 – 1972, un segundo salto de Lacan: No hay relación sexual. Si la diferencia fuera anatómica, habría relación entre los sexos, entonces la diferencia no es sexual, sino de puro semblante. Daniel Roy, en la presentación del tema que en marzo de 2021 trabajó el Instituto Psicoanalítico de la infancia -Universidad Jacques Lacan-, dice: “Lo que se registra como diferencia es en el fondo una distinción, como titulo de nobleza o una asignación insoportable: hay las “niñas bien” y los “niños bien”. ¿De dónde viene entonces que esta distinción de puro semblante tome para el sujeto valor real de goce sexual?”2 ROY, Daniel. Cuatro perspectivas sobre la diferencia sexual.

La civilización ha cambiado vertiginosamente. El lugar del niño en la familia también cambió. El niño ya no está ubicado como efecto de una familia, sino que es la base de ésta, ya no hay dos que se juntan y como efecto resulta el niño, hay muchos modos de hacer familia, generalmente con la llegada del niño en el inicio. El reemplazo en lo jurídico de los terminos madre o padre por parentalidad, desplazó el lugar de la diferencia en la familia. Marie Hélène Brousse, en su conferencia Fuera sexo: Extensión del imperio materno, dice que la nueva pareja puede ser la madre con lo social, esto trae efectos en los semblantes con los que el niño se va a encontrar.

Si consideramos que la diferencia es inherente al lenguaje, ¿cómo se inscribe la diferencia hoy?

En la lógica del para todo x la excepción es un efecto del sistema, hombre y mujer se plantean como una idea general. Esta lógica ha mutando dando lugar al régimen del no-todo, donde lo que reina es lo particular, la diferencia, el detalle, sin posibilidad de hacer conjunto, haciendo serie. Los semblantes se encuentran pluralizados, la logica binaria no tiene lugar. Este nuevo régimen ha trastocado los semblantes por los modos de gozar, exigiendo a los niños resolver la cuestión del género por la identificación sexual cada vez con más prisa.

Es un desafío dejar de lado la nostalgia del binarismo, no querer suturar la diferencia con los nuevos semblantes que interpretan el género cada vez más temprano, darle tiempo al niño, no fascinarnos por la certeza de lo que dice para poder extraer de su palabra su decir, siguiendo la orientación por lo real, dejarnos enseñar por la clínica, para dar lugar a la verdadera subversión psicoanalítica, tal como Freud lo hizo con las histéricas.